05 enero 2006

El buen fondo de Bull

Recibí una llamada telefónica, estaba de viaje, lejos, y escuché la voz de un buen amigo que me lo contaba. Mi amigo sabía que no era adecuado que me enterase por la red, y no dudó en llamarme para decirmelo personalmente. Tenía personas a mi alrededor, les conté lo sucedido y me permitieron retirarme. Cogí el coche y encendiendo un cigarro tras otro, se me caían las lágrimas de rabia e indignación. Muchas anécdotas, muchos momentos se me venían a la cabeza, unos mil pensamientos incoherentes se chocaban uno tras otro. Sin embargo, recordé la última vez que hablamos y el qué hablamos.

Esta historia había poca gente que la conocía, no voy a revelar nombres ya que se sobreentienden, pero creo que define perfectamente qué tipo de persona era José Luis. La última vez que tuve contacto con él fue el
martes 24 de mayo, por un motivo que creo que le honra. La red, es la red, la gente discute, se pelea, magnificamos sentimientos e incluso le damos importancia a lo que no la tiene. Por azares de la vida, Bull, compartía amistad con dos personas que habían tenido que dejarse de hablar por un conflicto cibernético y como suponéis, una de esas dos personas era yo.

Por ello, me escribió intentando convencerme para que recapacitara sobre el asunto, diera el primer paso de acercamiento, y dejáramos al lado todo el follón que se había armado. Sin que nadie le dijera nada, se puso a sí mismo de mediador en un conflicto en el que habían terminado enfrentadas dos personas que él apreciaba, y si hubiera tenido más tiempo seguro que hubiera conseguido su objetivo.

Mi respuesta fue que tenía que tomarme tiempo, pero sinceramente, estoy prácticamente segura que de la forma que Bull intercedió, no hubiera podido decirle que no, y ahora tendriamos una vista distinta de todo el panorama antizp. Él demostró que con su forma de actuar, de saber estar e incluso de utilizar las palabras se podía creer que lo imposible era posible en aquellos días de peleas y confrontación en la red.